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Toda Juventud es inquieta. El impulso hacia lo mejor sólo puede esperarse de ella: Jamás de los enmohecidos y de los seniles. Y sólo es juventud la sana e iluminada, la que mira frente y no a la espalda; nunca los decrépitos de los pocos años, prematuramente domesticados por las supersticiones del pasado: lo que en ellos parece primavera es tibieza otoñal, ilusión de aurora que es ya un apagamiento de crepúsculo. Sólo hay juventud en los que trabajan con entusiasmo para el porvenir; por eso en los caracteres excelentes puede persistir sobre el apeñuscarse de los años.
Nada cabe esperar de los hombres que entran a la vida sin afiebrarse por algún ideal; a los que nunca fueron jóvenes, paréceles descarriado todo ensueño, Y no se nace joven: hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal no se adquiere.
Toda Juventud es inquieta. El impulso hacia lo mejor sólo puede esperarse de ella: Jamás de los enmohecidos y de los seniles. Y sólo es juventud la sana e iluminada, la que mira frente y no a la espalda; nunca los decrépitos de los pocos años, prematuramente domesticados por las supersticiones del pasado: lo que en ellos parece primavera es tibieza otoñal, ilusión de aurora que es ya un apagamiento de crepúsculo. Sólo hay juventud en los que trabajan con entusiasmo para el porvenir; por eso en los caracteres excelentes puede persistir sobre el apeñuscarse de los años.
Nada cabe esperar de los hombres que entran a la vida sin afiebrarse por algún ideal; a los que nunca fueron jóvenes, paréceles descarriado todo ensueño, Y no se nace joven: hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal no se adquiere.
Extracto – El Hombre Mediocre José Ingenieros

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